
Detrás de cada meta, de cada sueño y de cada logro que perseguimos, existe algo mucho más profundo de lo que solemos reconocer. Porque muchas veces, lo que llamamos “ambición” o “éxito” no es más que un intento de escapar del dolor que llevamos cargando desde el pasado.
De modo que, el vacío emocional, las heridas no sanadas, las críticas que marcaron nuestra infancia o las experiencias que nos hicieron sentir insuficientes… todo eso suele convertirse en el motor silencioso de nuestras metas. Por ejemplo: la mayor parte del tiempo buscamos generar dinero para no volver a sentir carencia, buscamos reconocimiento para no volver a sentir rechazo, buscamos amor para no volver a experimentar abandono.
Pero aquí está la verdad: mientras el impulso de crear tu futuro siga estando basado en escapar del pasado, seguirás viviendo atrapado en un bucle interminable. Porque aunque logres lo que deseas, ese vacío interno seguirá buscándote.
El verdadero cambio comienza cuando dejas de correr y te atreves a mirar dentro de ti. Cuando sanas, perdonas y abrazas esas heridas, entonces tus metas dejan de ser un escape… y se convierten en una expresión auténtica de tu ser. Ahí es donde nace la verdadera libertad.
Así que te preguntaré:
¿Lo que persigues hoy es una meta real… o es un intento de escapar de lo que aún no has sanado?
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Recuerda ésto siempre: La vida no se transforma escapando del dolor, sino sanándolo.
Ya no busques respuestas afuera… están dentro de ti.